martes, 1 de noviembre de 2016

DESTINO: OPORTO


Ayyy...qué pena más grande...qué lejos quedó ya el verano...
En medio de toda la vorágine escolar sólo me queda volver a ver las fotos y recordar el calorcito del mes de julio, que por otro lado no termina de irse. No es que esté excesivamente preocupada, pues en realidad me va la marcha de los 20 grados en noviembre, pero es verdad que los treinta y tantos niños por aula son más llevaderos con una anestesia de 4 grados bajo cero temperatura ambiente...criaturitas...


En fin...dejemos a un lado a las criaturas hasta mañana y vamos a recordar los buenos momentos que nos dejó el viaje en moto de este verano!!!
Salimos un miércoles de este mes de julio, después de haber pasado algún día en casa descansando de nuestras escaladas veraniegas.


La moto nos llevó por San Lorenzo del Escorial...


Por la ciudad de Ávila...


Y por San Martín del Castañar, ya en la Sierra de Francia, Salamanca.


La primera parada del día la hicimos en el pueblo de Mogarraz, donde predominan las casas con entramados y los grandes alerones en los tejados.


Sí...eso que se ve en las fachadas son retratos...




Curioso, no?


Y éste tan pancho en la calle...
En la España medieval, quienes profesaban otras religiones eran obligados a convertirse al cristianismo, dando lugar a los cristianos conversos. A estos "falsos cristianos"se les llamaba "marranos" de forma despectiva, debido a la costumbre de criar cerdos para demostrar su verdadera conversión.
Este cerdito que anda libre por las calles del pueblo y es engordado por los vecinos de Mogarraz nos traslada a su época hebrea, conservando así una de sus identidades serranas.
Antiguamente el cerdo se rifaba entre las familias más humildes el primer fin de semana de Febrero. Hoy en día cualquiera puede participar en la rifa comprando una papeleta, sabiendo que el dinero se utiliza para fines sociales y culturales.


La siguiente parada fue en La Alberca.


La Alberca fue la primera localidad de España en ser declarada Conjunto Histórico-Artístico.


Pasear por sus calles es uno de sus mayores alicientes.

Encontraremos hermosos rincones y preciosas fachadas, prácticamente intactas desde los siglos XVIII y XIX.







En La Alberca volvemos a encontrar al famoso cerdo de San Antón. Esta vez de piedra.
Supongo que la tradición del cerdo de La Alberca es de la misma procedencia que el de Mongarraz, pero lo cierto es que hay historiadores que explican que la historia del Marrano de San Antón es más sencilla. Dicen que antiguamente todos los vecinos tenían un cerdo que cebaban durante el año y mataban en invierno para abastecerse. Todos menos el cura, que debía dedicarse a sus labores religiosas. Dicen que lo más probable es que el cerdo del cura se criara de forma comunitaria como ofrenda a la iglesia del pueblo y se sorteaba entre los más desfavorecidos.



Abandonamos La Alberca y subimos hasta el santuario de la Peña de Francia.


No es la montaña más alta de la Sierra, pero su peculiar ubicación y las soberbias vistas hace del lugar un sitio muy especial.


El conjunto monacal está formado por una hospedería, la iglesia, el convento, la plaza y un mirador desde el que se divisan muchos pueblos del entorno.









Desde la Peña de Francia bajamos hacia el pueblo de Monsagro.


Uno de sus mayores atractivos turísticos es el de los fósiles marinos de más de 400 millones de años colocados en las fachadas de muchas casas del pueblo.






Y acabamos el día en el Parador Nacional de Ciudad Rodrigo, castillo de Enrique II de Trastámara, donde pasamos la noche.








No hay que dejar de subir a la Torre del Homenaje y disfrutar de las vistas.







El segundo día abandonamos Ciudad Rodrigo dirección Portugal.



La primera parada es en Guarda.

Es la ciudad más alta de Portugal (1.000 metros).


El centro histórico se arremolina alrededor de la catedral.


Desde Guarda nos adentramos en la Sierra de Estrela.


El área central de la sierra está protegida bajo la figura de un Parque Nacional. Es una de las zonas de paisaje de montaña más bonitas del país. Allí podemos ver el Valle Glaciar de Zézere, la curiosidad geológica más interesante de la sierra.


La sierra de Estrela es la prolongación del Sistema Central peninsular en terreno portugués. Torre es el pico más alto, que alcanza los 1.993 metros sobre el nivel del mar.


Desde la Serra da Estrela nos dirigimos hacia Castelo Branco, donde cogemos la autopista hasta Lisboa.


Esa misma tarde, después de dejar el equipaje y la moto en el hotel, recorremos el centro de Lisboa dando un agradable paseo.


Y nuestros pasos nos llevan hacia un mercadillo de productos locales...




Allí pasamos un buen rato entre sangría, bocados dulces y salados...




Cuando conseguimos salir del mercadillo nos dirigimos hacia la Plaza del Comercio, pero aún hacemos otra parada en el camino...


Qué rico todo...


Y en la plaza buscamos un sitio desde donde esperar el anochecer.







Aprovechamos la vuelta al hotel para continuar con el paseo y ver llevarnos en la retina el mayor número de fotografías posible, pues al día siguiente abandonamos la ciudad...




A la mañana siguiente, hacemos un último recorrido por el centro, esta vez ya en moto y preparados para viajar.











Hacemos una paradita para ver la Torre de Belém.


Esta fortaleza del siglo XVI erigida en la entrada del puerto, constituye todo un símbolo de Lisboa. La torre se levantó para defender el estuario. El terremoto de 1755 modificó las orillas y la torre quedó como varada en su orilla, aunque se construyó en tierra forme.


Durante un tiempo se utilizó como prisión, y las estancias inferiores se usaron como mazmorras.



La siguiente parada del día fue en Sintra, donde la cantidad de gente que había nos hizo desistir de ver el Palacio y el Castillo. Se queda pendiente para otra visita...




Desde Sintra recorremos la costa haciendo una parada en la Playa de Santa Cruz.







Y continuamos hasta Cabo Carvoeiro.


Y Cabo Peniche...







Y desde Peniche cogemos la autovía dirección Oporto, parando en Aveiro.


Aveiro es conocida como la "venecia portuguesa". Se levanta a las puertas de una extensa ría y tres grandes canales se adentran en sus ella.







Y tras un paseo por Aveiro, cogemos de nuevo la autovía y nos plantamos en Oporto.


Nos alojamos en este hotel, que resultó ser una de las cosas más agradables de todo el viaje. Muy recomendable. Se trata de una antigua escuela de artes, de la que quedan recuerdos colgados en las paredes del hotel...


Y Oporto, al igual que Lisboa, nos encantó...


Aunque, lógicamente, una visita de un día no da para mucho...














Bueno, la verdad es que sí que dio de sí bastante...


Nos dio tiempo incluso a visitar una de las bodegas de vino de Oporto.


Muy interesante. Te hacen un recorrido y te van explicando el proceso de fabricación. Después viene lo mejor...la cata!!


Riquísimos...


Así quedó la mesa del grupo de franceses. Lo que se llama una cata de vinos...


En la mesa del grupo español la cata es en profundidad...no ha quedado no gota...


Menos mal que nos queda hueco en las maletas de la moto para una botellita o dos...


Y con las mismas para casa!!

Ufff, demasiado corto, demasiado intenso... 
demasiado bueno para no querer repetir!!!